Empecé con catorce años en el taller de mi padre, el mejor profesor posible, que me dejó todo su saber y honradez.
En mis casi cuarenta y cinco años de profesión, la curiosidad y el ansia de aprender me han guiado en el oficio desde lo más simple y humilde a lo más complejo.
Me siento orgulloso de mis prendas y quiero que mucha gente pueda disfrutar de ellas.